Anteriormente ya habíamos publicado una entrada referida al método ABN.
En esta ocasión reproducimos la primera entrada del blog algoritmosabn.blogspot.com de Jaime Martínez Montero que inición su andadura en marzo de 2010.
1. Porque haciendo cuentas no se calcula. Se hace otra cosa. En
concreto: se memorizan bases de datos (las tablas) y un conjunto de
instrucciones sobre el manejo y la aplicación de las mismas. Nada más.
No hay cálculo. Lo que el alumno hace es recuperar de la memoria las
combinaciones de las bases de datos y las instrucciones de uso.
2. Porque entorpecen el cálculo mental y la estimación. Nuestro cerebro
calcula espontáneamente de izquierda a derecha, y las viejas cuentas
(salvo la división), lo hacen en sentido contrario. Son un obstáculo y
sólo por esta razón ya se deberían eliminar.
3. Porque ya nadie las hace. Han quedado obsoletas. El lector o lectora
que tenga la paciencia de leer esto puede preguntarse: ¿cuándo fue la
última vez que hizo una cuenta de dividir por dos cifras? Posiblemente,
desde la escuela no haya repetido. ¿De verdad cree alguien que un niño
de diez años, por ejemplo, va a hacer cuentas cuando tenga 30 ó 40?
4. Porque son las culpables de que los alumnos no sepan resolver
problemas. Se le echa la culpa de tan acreditada incapacidad a la escasa
comprensión lectora de chicos y chicas. Pero resulta que sí entienden
largos textos y con un vocabulario más elaborado y menos tópico que el
que aparece en un problema. No, no es esta la causa. La causa radica en
las cuentas. Lo que el alumno hace al realizar cuentas no tiene nada que
ver con resolver problemas. ¿Qué se hace cuando se resuelve una cuenta?
Veamos. El niño coge dos números, los desmenuza en cada una de sus
cifras, y a continuación va emparejando esas cifras desencajadas una a
una. Busca en su memoria el resultado del emparejamiento y, conforme a
las instrucciones de uso aprendidas previamente, coloca el resultado en
su lugar. ¿De dónde va a sacar el alumno la suficiente significación
para convertir un proceso ciego, sin sentido, en otro que sí lo tiene?
Por eso, el alumno se agarra a un clavo ardiendo cuando se trata de
resolver un problema. Y cuando el texto le da la más mínima pista, a
ella se acoge. Si aparece “más” sumará (aunque hubiera que restar) y si
aparece “entre” dividirá (aunque haya que multiplicar).
5. Porque tienen buena parte de culpa en que los alumnos le tengan tanta
tirria a la materia. Se convierten en una tarea tediosa, sin sentido,
repetitiva, en la que no interviene la inteligencia. Parece que su
finalidad fuera más la de domar a los niños que la de desarrollar su
intelecto.